sábado, 13 de febrero de 2016

EQUIS

I
Regresé sin saber nada y todo acabó con el sonido de un timbre de un horno microondas.

Me dirigía  a casa con una cara muy de pocos amigos, sentía que alguien me perseguía-Quién está ahí-. Pregunté, la situación me  desesperaba, no sé si era yo con un problema de obsesión o en realidad había alguien espiándome. Tenía varios motivos para ser perseguido, era la mano derecha del presidente, tenía muchos bienes económicos, Etc.  Y por el simple hecho de ser  la mano derecha del Presidente, guardaba muchos secretos confidenciales que eran muy pero muy secreto. Llegué a mi casa y lo único en lo que pensé, era en asegurar mi vivienda, llamé a mi esposa, ella estaba en la habitación descansando con tal delicadeza que me daba pena despertarla, no le había visto dormir así de esa forma durante meses, le di un beso en la mejilla y simplemente me puse asegurar la casa, me parecía extraño encontrar la puerta trasera de mi casa abierta. Revisé bien todo se encontraba en orden.
Regresé a la habitación y fue cuando abrase a mi esposa, pero algo raro había. Su piel estaba muy fría, demasiado se  podría decir, en ese momento opté por  despertarla, no despertaba, es cuando mi cuerpo empieza a desesperarse, mi mente se estaba descontrolando, le tomé el pulso, no lo sentía en lo más mínimo. Llamé una ambulancia, y sin pensarlo dos veces fui al cuarto de mis dos hijos, no tenía huevos para poder abrir la puerta, temía lo peor, fue cuando abrí la puerta rápidamente y vi a mis dos preciosos ángeles despertar aterrados por el fuerte sonido que hiso la puerta por haber abierto de una forma muy tosca, traté de secar mis lagrimas lo más antes posible para que mis hijos, no se dieran cuenta de la situación en la que nos encontrábamos. Escuché las sirena de una ambulancia y luego después de un minuto tocaron mi puerta. Estaba por bajar de inmediato pero algo me distrajo, era una carta en un sobre rojo -Primero fue ella, siguen tus hijos y luego tú- Decía la carta de una forma tan pero tan escalofriante que en lo único que me hizo pensar es en mis hijos siendo asesinados por un maniático.
Abrí la puerta, e inmediatamente le señalé al muchacho que el cuerpo de mi esposa se encontraba arriba. se tardaron 10 minutos en el cuarto y luego bajaron a mi esposa inmediatamente
-Lo sentimos, su esposa está muerta- dijo el joven que en un principio había hecho pasar.
Los ojos se me nublaron algo raro pasó por mi mente, estaba lleno de furia, empecé a llorar de la impotencia de no haber podido hacer nada, me sentía con ganas de matar al sujeto que se atrevió a hacer esta abominación. Al poco rato la policía me pidió que lo acompañara, yo no me negué, accedí sin poner resistencia, pero al poco tiempo le supliqué al policía que me trasladaba.
-Señor policía, le pido por favor que pongan en resguardo a mis hijos, están en peligro-. Dije de una  forma escandalosa y totalmente descontrolado, llegando al extremo de arrodillarme ante él.

-No se preocupe lo haremos, pero trate de guardar la calma por favor- me dijo el policía en un tono muy comprensivo . Fue entonces cuando mi mente se tranquilizo por una parte, pero por otro lado estaba totalmente destruido, al saber que una de las persona que  más amaba ya no estaría a mi lado.